dimecres, 8 de febrer del 2012

Para mis maestros: los niños.

Los ojos de los niños hablan lo que sienten cuando les diriges la palabra... he visto llorar (a moco tendido), sonreír, reír (a boca abierta), he visto temer, he visto miedo, vergüenza, orgullo... sólo en sus ojos. Por eso aprendí a elegir las palabras que les regalo. Ah, y a abrazarlos, a darles afecto. Porque las pequeñas cosas de su mundo son tan importantes como las grandes del mundo de los adultos. Aprendí a empatizar con ellos y ellas.

"Hay que tratarlos como adultos!", dicen algunos. "NO!", digo yo. "¿Por qué no nos tratamos todos como niños?", se me ocurre. No significaría infantilizarnos, sino tratarnos con amor. Y es que creo que los adultos tenemos que aprender más de los niños de lo que pensamos. Para tratarnos, al fin y al cabo, con respeto y con mucho afecto. También lo necesitamos!

2 comentaris:

Peggy ha dit...

Oooh! Bernat. Quin gran amor sents per la infantessa. Em recordes a Peter Pan. I què m'agradaria aprendre de tú aquesta empatia... encara que practico a diari per no obstacul.litzar la puresa d'aquests anys tan tendres i enriquidors de la meva princesa.

En cada post teu em reafirmes com a seguidora teva.

Petonets.

Ona ha dit...

Estic d'acord amb tu :)
Si et ve de gust et convido a llegir "Imagineu" al meu blog.
Una abraçada