
Y es que no sé donde resides exactamente. Me desorientas. Apareces sin decir hola y te vas antes de poder pronunciar adiós. No puedo saludarte ni sé como nombrarte. A veces te diría Alma y otras Corazón. Pero no. Ése no es tu nombre. Lo sé.
Te me perdiste ayer y hoy, escribiéndote, te encontraré para que me ayudes a encontrarme mañana. Ni un segundo más de extravío. Ni un segundo más perdido. Fue el tiempo quien te relegó al olvido y será un segundo el que te encontrará ahora.
Ahora ríes, lloras, sueñas, te escondes y apareces al ritmo que te tecleo. Y ahora yo, te escucho. Te escucho, ¿sabes? Porque también fue el tiempo quien me enseñó a escucharte, a atender tus pequeñas demandas. Porque si no lo hago, me duele la barriga. Lo sabes.
¿Sabes por qué te perdí? Porque me avergoncé de ti ante mi incapacidad de comprenderte. Incomprendido. Se enfadaban cuando oían hablar de ti! ¿Recuerdas? “No llores”, “No tengas miedo”, “No digas tonterías”, “No hagas el ridículo”, “No seas inocente”, “No te emociones”… en definitiva, no seas tú mismo. Me enseñaron a no ser yo mismo y te perdí cuando empecé a ser yo. Simplemente yo. Yo, mí, para mí… pero sin ti. Esta buena mala vida con pero sin ti. Y ahora y aquí te encuentro, de nuevo. Aquí, estás aquí, en el acento de la “í”. Ahora, aquí, lo sé… y tú lo sabes.
Sabes que lloré la primera vez que te vi. Estabas en un rincón, mirándome de reojo, con disimulada emoción y entrecortada respiración, esforzándote por no llorar. Entretanto esperabas y, en ese impase, mantenías ese estado de alegría y tristeza, entre la duda y la certeza. Hacía tiempo que me esperabas. Sólo pude pedirte perdón. Perdón por haberte dejado de lado en más de una ocasión.
Una vez y otra más enganchado. Una vez más conquistado en esa rueda del sobrevivir para siempre, en lugar de buscarte a ti en el convivir conmigo mismo para siempre. E aquí nuestra lucha. La incomodidad que sentía y siento al alejarme de lo que deseo, de lo que realmente quiero. De ti.
Te siento tan cercanamente lejos…
Ciertamente me engañé a mí mismo. Como engaña el capitán pirata a su propia tripulación. Como muchos currículos entregados por doquier para encontrar el trabajo dorado, quizás esa bella durmiente o el príncipe azul infantilmente deseado. Definitivamente engañado, para no encontrar lo ya encontrado, lo eternamente rechazado.
Navegando mar adentro, en la cáscara de una nuez, rumbo abierto hacia el horizonte caí en la cuenta. Los otros piratas… Sí, los otros piratas te muestran sin querer. Te escapas de ellos en pequeños detalles de su quehacer. Así me di cuenta. En los pequeños detalles la belleza. Esa es la certeza: tu sincera belleza.
Complicada belleza. Tendimos a enmarañar incluso la lindeza de aquello que es diáfano y lineal. Como tú: esquina doblada de la hoja del libro que encierra una cita subrayada, danza de aquel que no cree ser observado, improvisada canción de un trovador enamorado. Así eres tú, espejismo de belleza, destello de libertad. Como los sueños románticos que residían hasta en el corazón del pirata más despiadado. Tú, la belleza en las pequeñas cosas, las pequeñas verdades que cada uno muestra solamente en su intimidad. Contigo.
Te busco a ti y te encuentro felizmente en este momento, en esta mirada, en esta caricia, en esta palabra, en este silencio, en esta carta de amor a mí mismo. En esta acción sincera que no puedo forzar, por fin, sintiéndote cercanamente lejos en mí.
5 comentaris:
Suposo que aquesta és la carta d'amor cap a tu mateix que vas escriure pel concurs. Si ens estmiessim més a nosaltres mateixos, segurament els altres també ens estimarien més. Peró la majoria de la gent té un amor propi en negatiu.
¡Buf! Ahora entiendo cuando Marta me comentó que tú y yo teníamos muchos aspectos en común.
Me imagino que esta es la carta del concurso del pasado 14 de febrero que prometiste publicarnos: UN DIEZ.
Mientras más visito tu blog, más me gusta. Admiro tu forma de expresarte y de escribir. ES GENIAL.
En cuanto a tu carta: no es broma, se me ha puesto un nudo en la garganta, porque me he visto totalmente reflejada, yo no lo podría haber plasmado mejor. Ha sido difícil y duro llegar hasta este punto de mi vida, pero me siento muy orgullosa de ver que ha sido el mejor camino que podía seguir y que seguiré: no volveré a perderme. Opino que sólo así conseguiré la tranquilidad y la felicidad para vivir. Y veo que tú también.
Totalment d'acord Marta. Fa uns mesos que he decidit ser generós amb mi mateix i cuidar-me (física-emocional i psíquicament). La sorpresa és que l'altre dia una amiga de teatre em va dir que jo era una persona molt generosa amb els altres... Em va agradar!!
Ei, et volia demanar permís per usar la frase "esquina doblada de la hoja del libro que encierra una cita subrayada" en l'escrit, ja que ho vaig treure del teu article "Esquinas dobladas"... al final no t'ho vaig comentar!! Bé, com a mínim ara et dono les gràcies per haver-me inspirat!!
Peggy, la verdad es que encontrar personas que están en un momento vital parecido tranquiliza y da confianza!!! Graciñas moitas!!! Tu comentario es un "trosset" de esos que me ayuda a levantarme de la cama los día en que me atrapa la desconfianza!! Sabes, me gusta eso que dices de no volveré a perderme. Supongo que cuando uno empieza a encontrarse a si mismo se da cuenta que elija el camino que elija, no se perderá.
Gracias de nuevo compañera!
Hola Bernat! Et vaig fer un comentari però veig que potser no t'ha arribat... Et deia que pots fer servir tot el que vulguis del meu blog, soc partidària de compartir les paraules sempre. A més, estic segura de que en faràs un bon ús. ja m'ho vaig robar quan vaig llegir el teu text, i em va fer gràcia.
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